lunes, 19 de septiembre de 2011

Fueron amigos desde los cuatro años, se querían como nunca, se apoyaban en todo, se escuchaban pero sobre todo se entendían, podían pasar semanas sin hablar y llegar una tarde y ponerse al tanto de todo y guardarse secretos como ellos siempre hacían. Pero por cosas de la vida las cosas cambiaron, él se convirtió en una especie de obstáculo para ella, lo veía y le hervía la sangre, era un rencor mutuo entre ambos, de todo lo que fueron y hasta donde llegaron.
Muchas veces él con unas cuantas copas de más se intentó acercar a ella, pero siempre quedaba en lo mismo, otra noche más en la cuál ella se alegraba por verlo de distinta manera, pero llegaba el lunes y todo comenzaba a ser igual.
Pero esa noche algo cambió, ella estaba feliz como hacía tiempo no se la veía y él apareció entre la multitud joven que había en el lugar un sábado por la noche. Él se acercó a ella y le pidió hablar, ella nunca se lo negaba, ya que en el fondo lo quería y podemos decir que le guarda un cariño que a pesar del daño que ambos se han hecho permanece intacto. Y así fue como pareció que arreglaron las cosas, dejando el rencor a un lado y recordando los momentos que en su tiempo los hicieron felices.

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