Me encanta que dudes que te quiero, me encanta que puedas pensar que en un par de días en los que ambos notamos que es diferente porque quizás no hablamos tanto, que te he dejado de querer. Y, ¿sabes a que se debe esto? A que, sencillamente me encanta que se te ocurran esos disparates absurdos porque no te llegas a hacer ni una mínima idea de todo lo que te puedo estar queriendo.
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