Éramos uña y carne, tu para mi y yo para ti. Pero dejamos que el tiempo pasara, nos conocíamos demasiado y sabíamos perfectamente dónde podíamos hacernos más daño. Yo me quede de brazos cruzados intentando seguir adelante, tu mientras te encargabas de darme ahí justo donde más me dolía.
Y a día de hoy tienes la cara de preguntarme si te guardo rencor.
Y a día de hoy sigo siendo la tonta que te dice que no y encima se preocupa por ti.
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