viernes, 5 de agosto de 2011

Eran las 7 de la tarde, cansada de no hacer nada se disponía a continuar viendo la tele, pero se detuvo por un momento y comenzó a pensar, a pensar en lo feliz que se encontraba, en lo feliz que era en ese momento, lo tenía a él, era lo que tanto había esperado y deseado, no se imaginaba como había sucedido, era una noche tranquila había salido a tomar algo con sus amigas y de pronto lo vio ahí, con su amigo, por un momento comenzó a temblar, no se esperaba encontrarlo y no sabía como debía de reaccionar ante tal situación, después de sus amigas insistirle para que diera el paso, se acicaló el pelo, sacó su sonrisa y caminó firme hacía él, según se iba acercando le empezaron a salir los nervios, esos mismos que pasó la primera vez que quedaron a solas, había pasado un mes y unas semanas de su último encuentro en aquel portal, pero él estaba más guapo que nunca, lucía un moreno, y ella, ella estaba segura de si misma, feliz, volvió a sentir ese cosquilleo en el estómago. Él la miro sorprendido, no la esperaba y mucho menos tan radiante. Ella dudó de como sería el saludo, pero cayó en la cuenta que dos besos serían la mejor opción, fue una conversación de lo mas corta y natural, la timidez se veía en ambos. Así que dudando si irse o no, decidió hacerlo y lo dejó ahí, en un luego nos vemos; ella muy bien sabía que se quería quedar ahí justo a su lado toda la noche, pero sabía que tenía que irse, si se quedaba sería peor.
Con paso firme continuaba con sus dos amigas, reían, cantaban, se contaban anécdotas tras las caladas a un cigarrillo, todos las miraban y como no, no siempre pueden ver a tres chicas así, riendo y siendo felices como solo ellas lo sabían ser.
Poco a poco iban pasando los minutos incluso llegó a pasar una hora, ella no dejaba de pensar en él, en cual sería el próximo bar en entrar y si estaría él allí esperándola, sabía que en el fondo estaba siendo muy ilusa pero le daba igual, era él, ese chico que después de mucho le volvió a dar esa ilusión y esperanzas perdidas. Y fue entonces, en el siguiente bar ella bailaba sin ton ni son, le daba igual quién la podía llegar a mirar, cuando de repente se abrío la puerta y apareció él con su sonrisa y sus ganas de fiesta, no estaba solo, sus amigos lo acompañaban; ella no paraba de mirarlo al igual que no paraba de bailar, sabía perfectamente que él continuaba observándola, quería hacerse la loca, no quería ser ella la que diera el paso, esta vez no, esta vez le tocaba a él. Por un segundo dejó de mirarlo casi estaba llegando al punto del acoso, y cuando se fue a girar de nuevo no estaba, había desaparecido entre la gente del bar, ella se derrumbó y perdió toda esperanza alguna. Fue entonces cuando decidió salir, así sus amigas podrían encender otro cigarrillo. Ella salía la última de las tres cabizbaja y sin sonrisa, pero al salir miro al final de las escaleras, miro al cielo de la noche oscura y ebozó una sonrisa, ahí estaba él, al final de las escaleras mirándola, ella se acercó a él y se echo a reír y como si no fuera con ella le soltó un cálido: -¿Me estás siguiendo o qué?.
No obtuvo respuesta ninguna, ella esperaba algo lo más mínimo, pero el silencio se apoderó de ellos, fue entonces cuando él la cogió de la mano, la atrajo hacia sí, y mirándose a los ojos se fundieron en un beso.
En ese instante aunque la calle estuviera llena de gente, aunque varias personas se pararon a mirar, entre ellos solo estaban ambos, no había nadie más. Terminaron ese beso y como siempre él lo continuó con un beso en el cachete. Ella estaba siendo feliz y no quería moverse de ahí, de sus brazos. 
Él quería acompañarla a casa pero ella se negó totalmente, la última despedida había sido ahí y no quería arriesgarse, así que se despidieron con un largo beso, y él prometió hablarle al día siguiente; ella estaba segura de que no sería así de que sería ella quién le hablaría, pero no pasaron sino treinta minutos y la luz de su blackberry se iluminaba, la abrió con intriga y curiosidad, entonces vio que era él...
Justo desde esa noche, justo desde ese fin de semana todo cambió, habían retomado los  tiempos de antes donde hablaban horas y horas, era difícil el poder verse, pero no imposible, y ahora más que nunca los dos sabían que era su oportunidad, que si no la aprovechaban no habrían más. Y es que desde esa noche algo cambió.

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